lunes, 24 de agosto de 2009

MONTE LONGONOT


Nuevamente Fabio, quien ha sido mi mejor compañero de viaje en estas aventuras por Kenia, junto con Jan, una entrenada de Tailandia que vive en Suecia, nos encontramos en el centro de Nairobi un domingo en la mañana, ya que con otra entrenada de Alemania, Ines, íbamos a ir juntos a este lugar que tanto nos habían recomendado. Entonces llegué de primero al lugar de encuentro, el hotel Hilton, a las 7 de la mañana, pero nadie más había llegado; pasados 15 minutos ya me encontraba con Jan y con Fabio. Nos pareció extraño que Ines, que es alemana, llegara tarde, pues recibí un mensaje de ella diciendo que ya había salido, pero luego de esperarla por más de una hora, decidimos llamarla; timbraba como si estuviera apagado; esperamos media hora más y tampoco contestaba, entonces nos preocupamos mucho pero pensamos que no ganábamos nada con quedarnos allí, pues si nos quedábamos no sabíamos cuando iba a aparecer, en cambio si nos íbamos y ella llegaba pues que nos llamara, ya la habíamos esperado demasiado, y si habían malas noticias pues no hacíamos nada desde allí incapaces de predecir la situación. Fuimos al supermercado, compramos abastos para el viaje que sería de un solo día, volvimos a pasar por el hotel, nada que aparecía, entonces dejamos razón con los guardias de seguridad y nos fuimos hacia la zona de matatus que se dirigían al pueblo de Naivasha.


Estando ya sentados en el matatu que nos llevaba hasta el siguiente destino donde podíamos tomar la conexión que nos dejara cerca del parque Longonot, empiezan las conjeturas acerca de la situación de Ines, pero no nos atrevíamos a lanzar muchas opiniones, entonces preferimos concentrarnos en el viaje y ver el paisaje mientras nos llevaban hacia el Gran Valle del Rift nuevamente. Cuando ya llevábamos más de una hora de camino me sonó el teléfono, inmediatamente pensamos que podía ser ella, veo el identificador, efectivamente lo era, contesté y una voz llorando me decía que tenían una pístola, y yo le decía que quién, y ella me decía que estaba muy asustada, yo le preguntaba porqué, ella me decía que por la pístola. Pasado un rato se calmó un poco y me dijo que habían acabado de asaltar el matatu en el que iba a nuestro encuentro, varios hombres con pístolas, les robaron todo, los llevaron fuera de la ciudad y los dejaron tirados en la carretera!. Nosotros no creíamos cosa tan terrible que le había acabado de suceder a ella, pues ya le habían robado dos veces en Nairobi en menos de un mes y ahora semejante cosa. Yo me quedé sin palabras, no sabía que decir, sólo caí en cuenta de preguntarle si estaba bien; ella me decía que sí, mientras lloraba; le pregunté que le habían robado, me dijeron que todo; le pregunté por el pasaporte y me dijo que no lo había echado, pudiera haber sido peor. Colgué el teléfono, les comuniqué a mis compañeros de viaje y nos sentimos mareados de semejante ambiente tan inesperado, pero señalamos que ya estábamos de viaje, entonces no podíamos hacer nada desde allí ni en Nairobi, entonces continuamos.


Pasados unos 10 minutos más se armó un trancón repentino en la carretera, algo que nunca me ha gustado aquí por la inestabilidad de las cosas; cuando miro por la ventana, la poca gente que hay en la carretera, en ese momento sale corriendo toda en una misma dirección, y después de los nervios de la noticia anterior pues me puse peor. Lentamente avanzábamos y cuando menos pensamos vimos un accidente, un carro estropeado en su parte delantera, sin mayores consecuencias, eso estuvo “normal”; luego un camión salido del camino que se fue a una cuneta, pero todas las personas estaban ayudando a levantar el carro, imaginé que era para sacarlo; unos metros después paramos y la gente del carro toda se bajó hablando en Swajili y fue a ayudar a levantar el camión, no entendía que pasaba; cuando volvieron a los dos minutos nos dijeron lo que pasaba, pues la gente se estaba yendo y el camión seguía allí y un señor dijo: “demasiado tarde, ya el cuerpo está sin vida”; miramos nuevamente el camión y allí estaba ya el cuerpo efectivamente sin vida de una señora que iba caminando junto a la carretera y que fue víctima inocente de ese accidente por la imprudencia de los conductores en este país.


No quedó más que asombrarnos por todo lo que había pasado en la mañana de aquel domingo desde tan temprano y seguir nuestro camino, con algo de susto sabiendo lo impredecible e inestable que pueden ser las cosas aquí. Llegamos a Naivasha y no nos fuimos sin antes llamar a Ines para consolarla y esta vez si nos explicó mejor la situación, en conclusión le aconsejamos que se fuera de este país lo más pronto posible, demasiadas cosas seguidas y demasiado traumáticas para alguien que viene de un país tan seguro, además su pelo rubio, su tez blanca, el ser mujer (debido al machismo) y su actitud inocente frente a las cosas no le ayudan mucho aquí. Al siguiente viernes se fue de regreso a Alemania y ya lleva un par de meses allá en su vida normal.


Tomamos el siguiente matatu hacia la vereda de Longonot en las afueras del pueblo sobre una buena carretera y nos bajamos en medio de esta para coger un atajo que ya nos habían recomendado camino al parque. Pasamos entre varias fincas por la superficie plana donde ya se divisaba con gran inmensidad el Monte Longonot y nos preparamos para hacer la caminata que habíamos previsto duraría unas seis horas subiendo hasta el filo del volcán y rodeando el cráter; caminamos unos minutos más y ya estábamos en la entrada del parque donde logramos cruzar pagando como residentes sin tener la documentación adecuada pero si ya bastante experiencia en el tema.


CON JAN Y FABIO AL EMPEZAR


La caminata empieza exactamente desde la base del volcán al cruzar la entrada del parque y se asciende por trocha con una pendiente similar y un poco inclinada hasta la orilla desde donde se divisa el cráter. A medida que se sube por las laderas del extinto volcán se tienen vistas extraordinarias del Gran Valle, pues esta todo rodeado por la misma planicie; el paisaje también hace presencia en medio de un ambiente arbustivo y seco que predomina; entre más lejos se está la vista es mejor y más encantadora. Pasada una hora y media, nos encontrábamos llegando a la cima en una caminata suave donde nos quedaba tiempo para conversar, pero al llegar a la punta nuestros ojos no podían creer la imponencia del paisaje interior del cráter, pues una circunferencia de 2 kilómetros de diámetro, totalmente plana en su superficie, no es una forma al cual el ojo está acostumbrado, todo rodeado por las paredes volcánicas y relleno con la vegetación cambiante en su interior mucho más verde que la encontrada fuera de este.


VISTA DEL VALLE DESDE EL MONTE


SUBIENDO AL CRATER


Llega la hora del almuerzo y nos sentamos en los bordes del cráter donde hay un gran precipicio hasta su fondo, pero que es increíblemente hermoso: que más se podría pedir para un picnic? Pues una vez en las orillas, uno se olvidaba del exterior y concentraba su vista en el interior del volcán por su magnificencia. Hora entonces de las salchichas enlatadas, la mantequilla de maní, el pan y la mermelada. A pesar del sol picante de la zona, el estar en el filo de la montaña producía vientos fuertes que nos enfriaban rapidamente, entonces una vez terminamos de comer, nos alistamos para rodear totalmente el cráter; lo primero que nos encontramos fuera de éste un segundo cráter, con un aspecto totalmente diferente, pues brotaba fuera de sus laderas, con forma muy redondeada y toda cubierta de vegetación, era fenomenal. Seguían las enormes vistas del Gran Valle y nos dirigíamos hacia la parte más alta del volcán, parecía escalando un gran pico por el paisaje, pero la verdad no era difícil, sólo tomaba algo de tiempo, y cuando alcanzamos la cima, vimos recompensados todos nuestros esfuerzos: una vista increible de 360 grados del Gran Valle, sin palabras.


CRATER LATERAL


PARTE MAS ALTA DEL VOLCAN


VISTA INTERIOR DEL CRATER


Después de disfrutar unos minutos de la cima, inicia el descenso pasando a las imágenes del lado oriental de la montaña con un sol mucho más tenue por la hora y un ritmo más descansado también, lo cual nos hacia más disfrutar del paseo. Después de una hora ya nos dábamos cuenta que aún nos faltaba un tramo largo alrededor de la montaña para llegar al punto inicial y se nos estaba haciendo tarde para regresar porque se iba a acabar la luz, entonces apuramos el paso pero las ampollas que ya salían en nuestros pies nos impedían un paso más rápido, igual todo seguía siendo disfrute. Al descender, a pesar que nos agarró la oscuridad antes de llegar a la carretera donde debíamos tomar los matatus que nos conectarían con Nairobi, la montaña nos despedía con uno de los atardeceres más mágicos que alguna vez haya visto durante mis viajes.



DESCENDIENDO



INTERIOR DEL CRATER


ATARDECER




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