En uno de esos días de desesperación por no hacer nada al no estar ni trabajando ni viajando, decidí aventurarme a ir a otro de los parques nacionales más famosos de Kenia, el parque Amboseli, famoso por la vista de sus animales salvajes, especialmente elefantes, con la inmensidad del Kilimanjaro en el fondo. Entonces no era nada fácil porque ya que el turismo en parques nacionales en Kenia está enfocado al alto perfil, es muy duro conseguir algo económico para visitar estos lugares, por lo tanto me arriesgué ir hasta las proximidades del parque sin conocer el lugar y tratar de conseguir cualquier método de transporte que me llevará hasta allá y luego fuera del parque otra vez el mismo día ya que no tenía equipo para acampar ni reservaciones en las cabañas de lujo que se ubican allí, además no tenía el dinero.
Tomé entonces en el transcurso de la tarde un matatu que me llevara hasta la frontera con Tanzania porque allí se encontraba el pueblo más cercano al parque, a unos 70 kilómetros de su entrada, y estuve en éste montado por unas 4 o 5 horas hasta llegar al pueblo fronterizo llamado Namanga, pueblo que no supera unos 2000 habitantes y simplemente es el desvío sobre la ruta para el parque. Me pudo el desconsuelo cuando llegué al lugar porque solo había un restaurante medio decente y dos hostales; no quedó más que quedarme en la estación de gasolina sobre todo el cruce hablando con los que trabajaban allí tratando de buscar una manera de ir al parque al día siguiente, pero las esperanzas no eran muchas, no quedó más que irme al hotel a pasar la noche mientras no me dejaba dormir el constante bullicio de las mesquitas hasta media noche por la celebración del Ramadán o mes sagrado de los musulmanes.
Salí entonces listo de mi cuarto al amanecer para encontrar oportunidades de gente a la que le pudiera echar dedo o alguna excursión a la que me le pudiera unir, pero con el pasar de los minutos me daba cuenta que era muy difícil ya que las excursiones que pasaban ya iban con el cupo completo o con reservaciones para el parque y que no tendría con quién salir de allí, pues es prohibido caminar a algún lugar por los mismos animales. Me decían entonces que la única opción era alquilar uno de los taxis del pueblo, pero esto era sumamente costoso, hasta que después de tanto hablar con uno de los señores de la gasolinería, él me ofreció llamar a un amigo que me pudiera llevar para que yo le pagara; así fue y en medio de la mañana salimos por carretera destapada por hora y media, dejando atrás las vistas fronterizas de Tanzania y finalmente teniendo un primer acercamiento al Kilimanjaro desde la lejanía después de una hora de camino al verlo muy a lo lejos, su cima estaba sobre las nubes y me asustaba el hecho de saber que en un par de semanas lo fuera a subir caminando, pero fue increíble verlo después de tanto tiempo de preparación.
Cima del Kilimanjaro!
Tornados
Luego todo fue normalidad dentro de lo que se considera normal en un paisaje tan diferente al que se vive en Colombia, pues una vez cruzada la entrada al parque se veía la aridez del suelo mientras en un carro cruzábamos literalmente el lago Amboseli, que le da nombre al parque aunque estaba totalmente seco al momento de ingresar, ni siquiera los animales se aventuran mucho en medio del polvo. También fue interesante ir con aquellas personas: una era el amigo del empleado de la estación de gasolina y a pesar de vivir tan cerca del parque hacía más de 12 años que no lo visitaba, y la otra persona que era un amigo suyo del pueblo y que nunca en su vida había visto un elefante!; entonces la emoción de ir con ellos era igual a la de ir con turistas porque disfrutábamos todos por igual.
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