martes, 3 de noviembre de 2009

UGANDA


El mismo día que finalmente me dieron el último salario de la práctica después de habérmela terminado, inmediatamente salí a comprar chelines ugandeses (moneda de Uganda), fui a comprar una cámara nueva ya que la que llevé de Colombia se había dañado y compré el tiquete para viajar esa misma noche a Kampala, capital de ese país.


Cuando llegué al lugar donde salían los buses en Nairobi, se asomó un extranjero por la ventana preguntando porqué no habíamos salido todavía si ya llevábamos media hora de retraso y le respondí que si era primera vez que estaba en Kenia, efectivamente así lo era, me monté al bus e hice un amigo, Michael, la persona que me acompañó durante casi todo mi viaje por Uganda junto con su amiga Joanne, pues íbamos sin planes y éramos los únicos extranjeros en ese bus. Charlamos toda la noche y hasta terminé pagándoles la comida porque ellos no tenían chelines kenianos antes de la frontera. Además de esto, también cambié mis planes para seguirlos y no estar solo el resto de mi tiempo en ese país, entonces decidí bajarme con ellos antes de Kampala sobre la carretera en un pueblo llamado Jinja a pesar que tenía mi pasaje pago hasta la capital.


Luego de cruzar la frontera en medio de la madrugada y ver los primeros rayos del sol dentro del bus, nos bajamos en Jinja, justo al amanecer tomamos un mapa y nos fuimos a buscar un hostal donde pudiéramos quedarnos, encontramos uno pero con tan mal servicio decidimos únicamente desayunar allí y acomodarnos en un lugar cercano muy amable que encontramos después. Aquí empieza entonces el turismo, caminando por las calles del pueblo ya en un país nuevo, observando la gente, los carros, las vestimentas, un almuerzo típico que nos encontramos de lo mejor de África con purés de varios granos, pescado en salsa de maní y de sobremesa un fermento de algún producto que hacía que este almuerzo fuera una de las mejores experiencia en todo el país. En aquel pueblo era de mucha fama el rafting en el río Nilo, pues allí quedaba exactamente su nacimiento al desprenderse del lago Victoria y razón principal por la cual esta fue una de nuestras paradas en el camino.

Calles de Jinja

Michael en Jinja

Nacimiento del Nilo

En una boda-boda, o mototaxi, en la cual a uno lo llevaban en una moto cualquiera en la parte de atrás como transporte público, nos dirigimos a las cascadas Bujagali, primeras caídas y rápidos de agua del río Nilo que recorre 6400 km desde allí para desembocar en el mar mediterráneo. Estas cascadas son muy imponentes por el gran caudal que lleva el río y no nos podíamos imaginar como al día siguiente íbamos a cruzar este sector montados en un bote, entonces sin más espera cuadramos el viaje para el siguiente día mientras nos tomábamos unas fotos más al ver el paso del gran río. Luego las mismas boda-bodas nos llevaron hasta el nacimiento del río como tal, aunque no se ve mayor cosa porque el lago a ser tan grande (el segundo más grande del mundo), sus orillas tienen muchas entradas y salidas y el nacimiento del río es sólo una de ellas. También hay una estatua conmemorativa de Mahatma Gandhi allí por ser uno de los lugares donde se esparcieron sus cenizas. El resto del día lo utilizamos para caminar por el pueblo y comer en un restaurante indio, pues en este país también hay una gran colonia.

Río Nilo

En las cascadas Bujagali

Paisaje en el Nilo

Monumento a Gandhi en Jinja

Paisaje cerca al nacimiento

Con Michael y Joanne en el Nilo

Templo Hindú en Jinja

Madrugamos entonces para salir hacia el rafting y ya nos estaban esperando en un carro fuera del hotel, nos llevaron hasta las cascadas Bujagali y tan sólo unos metros antes de las caídas de agua pusieron los botes para hacer unos ejercicios de entrenamiento e instrucción antes de empezar con el recorrido por el río. El rafting como tal era de grado 5 pues los rafting miden su grado de dificultad con el rápido de más caudal, siendo grado 3 aquellos rápidos para principiantes, grado 4 los rápidos que requieren experiencia previa y grado 5 aquellos rápidos de riesgo permitidos sólo para gente dedicada a esto; este rafting lo promocionan como emocionante pero la verdad se necesita muy buen entrenamiento y equipo para llevarlo a cabo, pero nuestra emoción hizo que tomáramos la opción de un reto fácil.


Arrancamos entonces, y el primero de 15 rápidos eran las cascadas Bujagali, rápido de grado 5: nos sentimos como en medio de un tobogán a alta velocidad y al final caímos y nos volteamos, saliendo del bote, inclusive la correa de mi casco se reventó con la fuerza del agua y botes salvavidas tuvieron que salir a nuestro rescate; yo pensaba que eso era normal y hasta parte del entrenamiento: nos rescataron y seguimos en otra serie de rápidos de grado 3 y 4, todos sin contratiempos. Cuando llegamos mas o menos a la mitad del circuito el instructor nos empieza a decir que tuviéramos calma y fortaleza para enfrentar el siguiente rápido 5 que se venía, que era el más difícil del día y que no entráramos en pánico si las cosas no salían bien: con esto fue suficiente para asustarnos; arrancamos con todas nuestras fuerzas para no quedarnos atascados en las olas gigantescas del enfurecido río y pasó lo inevitable: después de dos enormes saltos en el bote que logramos cruzar, nos volteamos en la tercera ola por su inmensidad, calculo más de 4 metros y nos revolcamos río abajo sin bote, únicamente los salvavidas, mi casco se revienta nuevamente y quedé atascado en una ola por aproximadamente 15 segundos, empecé a tragar agua y cuando pensé que iba a morir ahogado, en ese momento el río me succionó, me metió por debajo de sus grandes olas y me botó más adelante, unos 30 metros después de los rápidos; no podía del susto, pensé que iba a morir, me dieron ganas de llorar, no tenía fuerzas para reaccionar; me rescataron y estaba de nuevo en el bote principal.


Cuando entré en el bote, mi sensación era de náuseas, de miedo por la muerte, no tenía alientos, no quería seguir en esa locura de rafting, hasta el instructor estaba asustado. En el bote de rescate iba Joanne, ella estaba llorando, no contenía las lágrimas; nos pusieron en el mismo bote y únicamente Michael se sentía bien. Caímos en cuenta en ese momento que había una bolsa de seguridad en el bote, donde yo llevaba mi cámara que había comprado hace dos días, y al volcarse en los rápidos, la fuerza del río hizo que explotara y allí quedó en el río mi cámara que no logramos encontrar, únicamente vimos a lo lejos flotando el estuche vacío que recuperamos; todo fue tristeza y desconsuelo en ese momento. Nos sirvieron almuerzos que llevaban en el bote de seguridad y ni ganas teníamos de comer del susto, pues todavía nuestras manos temblaban. Hora de seguir enfrentando el miedo, pues el rafting no terminaba ahí y estábamos en medio del campo y las fincas en Jinja y nos esperaba el camión más abajo, al final del circuito, entonces tocó lo inevitable: seguir río abajo y cruzar a través de un último rápido grado 5 a pesar que nos parecía toda una irresponsabilidad; llegó la hora y en medio de las lágrimas de Joanne, nuestro profundo miedo por otro accidente nos arrojamos río abajo; el susto fue tanto que el pánico de Joanne hizo que no remara, nos desviamos del rápido y pasamos por otro lugar, gracias a Dios era de menos riesgo y finalizamos nuestro rafting en medio del miedo y con un paisaje temible junto al bote de rápidos de grado 6; no quedaron fotos registradas por obvias razones y la verdad no pienso repetir esto en mi vida.

Rápido grado 5 en Bujagali

Luego del rafting

El camión que nos estaba esperando al final del circuito nos llevó por aproximadamente una hora de regreso a las cascadas Bujagali donde la compañía que habíamos contratado para el rafting nos tenía listo un asado con pescado del río y papas para pasar el trago amargo que habíamos acabado de vivir, mientras a la par veíamos en medio de los turistas locales un contorsionista que tenía unas malformaciones físicas y se vendía así mismo como un circo, esto nos alegró la tarde mientras nos sorprendía verlo haciendo acrobacias con un poste en el aire. El resto del día lo utilicé para comunicarme con mi familia y contarles lo sucedido, además de pedir ayuda para poder conseguir una nueva cámara y registrar esta única oportunidad de visitar Uganda.

Acróbata en Bujagali

Al día siguiente, después de desayunar en el hostal que habíamos localizado el primer día, fuimos al terminal de Jinja para dirigirnos hacia Kampala, encontrar un bus y ver a mis amigos en medio de la carretera como comían presas de pollo que les vendían insertadas en un palo artesanal, tal y como vendían en este país todo tipo de carnes asadas en carretera. Cuando llegamos a Kampala, el caos de la ciudad no nos sorprendía al venir de Kenia, pero si la amabilidad extrema de la gente en Uganda, inclusive en la capital; fue así como nos conseguimos un taxista que nos llevó a buscar por toda la ciudad un hostal barato y bueno que nos llevó por un muy buen precio en su carro de lujo, ¿quién lo creyera?. Encontramos así pues el lugar donde nos quedaríamos los días siguientes en la capital, en medio de un ambiente muy extranjero por todos los turistas que nos rodeaban mas el bar y el restaurante poco típico encontrado allí, entonces aprovechamos el resto del día para hacer nuevas amistades y tomarnos unas cervezas en el calor de la tarde.

Carnes ensartadas en palos

Terminal de matatus en Kampala

Hostal en Kampala

Centro de comercio

Llegada la noche estando todavía en la sala del hostal, una llamada muy curiosa recibí en el teléfono, pues una amiga mía de Kenia me dijo que contactara a su tío para que me atendiera, efectivamente me iba a encontrar con él pero no precisamente esa noche ya que íbamos a salir a discoteca y estábamos tomando cervezas; les conté a mis amigos y cuando menos pensé el me decía que ya estaba en la entrada del hostal buscándome y fue super gracioso porque mientras esperábamos un señor, él era de nuestra misma edad, y con el apodo de tío seguimos de fiesta con él (Sam) toda la noche. Muy amablemente el nos llevó a un gran combo de gente en su carro mostrándonos la ciudad y terminamos en la mejor discoteca de la capital en un ambiente muy casual todos. Sam fue de lo mejor que me pasó también en este país, se portó a las mil maravillas.

En la discoteca (Sam junto a mí)

Con Michael

Con Joanne y un amigo danés

En la mañana ya nos podía a todos el guayabo y preferí empezar el día después de mediodía, yendo al centro con Michael para reclamar el giro de mi familia y poder comprar la cámara nueva que me acompañaría el resto del viaje. También encontramos otro restaurante típico, lleno de señores locales de la capital y terminé quemándome la lengua y el paladar con salsa de chiles que pensé que era algún guiso, mientras Michael, los meseros y hasta los señores alrededor de mí se reían al ver mi ignorancia al echarle tanto pique a mi comida pensando que era otra cosa y yo sólo esperando a que el mareo y el cosquilleo en toda la cara se me pasar por esa burrada, jaja. Finalmente me compré una nueva cámara en el centro de distribución que encontramos por pura coincidencia y nos encontramos de nuevo con “el tío Sam” para ir a pasar el resto de la tarde tomando un par de cervezas más en uno de los mejores lugares de la ciudad. Regresamos a nuestro hostal y armamos un nuevo grupo de extranjeros para salir esa noche, fuimos a un restaurante indio, muy apetecido entre los extranjeros, y tratamos de ir de rumba, pero el guayabo del día anterior no los dejo y terminamos en el hostal temprano en la noche, pero sí aprovechamos para caminar en el centro de la ciudad relajadamente como no se podría hacer en casi ninguna de las capitales africanas por su seguridad.

Centro de Kampala

Boda-bodas

Bar-restaurante con Sam

Parque en Kampala

Ya era entonces la hora de la despedida y de separarme de Michael y de Joanne porque ellos teníamos ya planes diferentes, entonces fui hasta el terminal de Kampala y tomé un bus hasta un pueblo llamado Masindi, donde podía tomar conexiones hacia mi siguiente destino, en búsqueda de los chimpancés. Dentro del bus conocí a un simpático señor que hasta me invitó a maduros de plátano asado sobre un periódico que típicamente vendían en carretera y que me ayudó a tomar el siguiente matatu que me llevaría hasta el bosque donde tenía ya reservado para ir tras los chimpancés en estado natural, pero hubo un pequeño percance, pues yo me dirigía hacia uno de los bosques contenidos dentro de un parque nacional llamado las cascadas de Murchison y me fui al supuesto bosque de los chimpancés luego de media hora de camino en carretera destapada por el campo del norte de Uganda; pero cuando llegué al bosque en medio de la nada, me encontré con un guardabosques diciéndome que había ido al bosque equivocado porque las caminatas en búsqueda de los chimpancés en ese lugar las habían quitado hace más de dos años y me tenía que ir hasta el otro bosque que me habían mencionado.

Con los maduros en el bus

Ganado de cuernos muy largos

Paisaje rural

Siendo ya las 4 y media de la tarde y estando en medio de zona rural, no se me ocurrió en medio del desespero por perder mi reserva y no tener donde quedarme en el área sino caminar 500 metros de nuevo a la carretera destapada y esperar que algún carro me llevara hasta Masindi durante hora y media y desde allí tratar de conseguir transporte a esa hora para ir hasta el otro bosque. Más fortuna no podría tener en el mundo cuando ni pasados 5 minutos pasan dos hombres en una moto y me pararon al yo echar dedo solitario en la carretera; muy amablemente me llevaron y nos fuimos los 3 en esa moto, con mi maletín grande a mi espalda y viendo los paisajes, haga de cuenta el último rey de Escocia para los que se vieron la película, tierra muy verdes con suelos rojizos, chozas a lado y lado de la carretera y la gente voleando la mano y despidiéndose aterrada de ver a un extranjero por esos lares. Ellos me llevaron la mitad del camino donde era ya posible tomar transporte público hasta Masindi, les agradecí y ya salía inmediatamente un taxi que me llevó el resto del camino; cuando llegué a Masindi el mismo chofer me ayudó a negociarme una boda-boda que me llevó hasta el otro bosque por más de una hora en otra dirección mientras ya la caída del sol hacía que se oscureciera rápidamente.

Carretera en el bosque equivocado

En moto por la carretera

Casi ya en la noche llegué al bosque del parque nacional, después de semejante aventura en medio de las carreteras de este remoto país, encontrándome con unas cabañas muy bonitas del parque donde tenía la reserva, duchas con agua caliente activadas por páneles solares y un salón de atención muy limpio donde ya podía estar tranquilamente esperando hasta el siguiente día para ir tras los primates por los cuales me había dirigido hasta allí. Aproveché para conocer a una pareja holandesa, los únicos que me acompañaron en la caminata de la mañana siguiente y después de tener un suculento desayuno incluido en las cuotas pagadas para tener acceso al bosque, entramos por los caminos laberínticos por los que estaba compuesto el bosque, en el cual el guía nos llevaba siguiendo las pistas de donde más probablemente pudiéramos encontrar los chimpancés en su hábitat natural. Finalmente los encontramos trepados de unos árboles grandísimos, y después de estar mirando hacia arriba por casi una hora, nos tocó irnos del lugar con dolor de cuello y todo de mirar en la misma dirección pues no podíamos molestar más los animales a pesar que esperamos por un muy buen rato porque normalmente se bajan de los árboles pero no tuvimos la suerte esa mañana, inclusive hay posibilidades de no verlos en absoluto.

Cabaña del parque

Bosque tropical

Lo más cerca que logré ver los chimpancés

Capullo de un insecto sobre el suelo

Decepcionado por las altas expectativas que tenía de ver de cerca a los chimpancés, volvimos a las cabañas del parque mientras nos mostraban el resto del bosque, el cual no difería mucho de los que tenemos en Colombia al ser bosques húmedos tropicales. Allí me alisté para conseguir transporte de regreso luego de rechazar la oferta de los holandeses de recorrer el resto del parque con ellos pero la plata no me alcanzaba, y que una colombiana de Bogotá que me encontré por casualidad en la cabaña en ese momento me hubiera rechazado la ayuda de llevarme porque no cabía en su carro, que tal la compatriota!. En fin, salí de la cabaña para echar dedo nuevamente, pues no tenía ya dinero y una camioneta del parque me recogió, me monté en el vuelco con muchas otras personas que iban allí, inclusive dos cazadores furtivos que iban para prisión en el mismo carro y que iban escoltados. En esta camioneta volví hasta el pueblo de Masindi, tomé otro carro por unas 4 horas más hasta Kampala y esa misma noche viajé de regreso a Kenia con ganas de llorar porque no quería volver a la dura realidad que me esperaba en ese país y no dejar la belleza y la bonita experiencia que viví esos días en Uganda, especialmente por la gente.

Detrás de mi uno de los cazadores arrestados

Carretera del parque

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