miércoles, 10 de junio de 2009

Lago Magadi

Debido al difícil acceso a la región remota donde se encuentra este lago, tuvimos que alquilar un campero para llegar hasta allí, y como nosotros mismos podíamos manejarlo debido a que la ley acá permite conducir automóviles hasta por un año con la licencia del país de origen para extranjeros (con experiencia superior a dos años), entonces volvimos de este paseo una total aventura.

Al armar el paseo, Gabor y yo registramos nuestros pases en la empresa que nos alquiló la Toyota RAV 4x4 y que recogimos el día anterior al viaje. Por idea de Gabor, nos pudo la tentación, le echamos gasolina y nos fuimos a dar vueltas gasolineando por la ciudad, jaja! muchas fiebres, que boleta!, entonces nos dirigimos al centro comercial Village Market en las afueras de la ciudad. Cuando cogí el carro que embolate tan berraco al ver que manejaba el volante desde el lado derecho como en la mayoría de las antiguas colonias inglesas, entonces me fui a dos por hora para ir ganando confianza. Esa misma noche casi nos chocamos dos veces mientras manejaba Gabor, pues maneja super rápido, no lo hace bien y además va siempre a la ofensiva con los carros, pitando y corrigiendo a todo momento. En el Village Market jugamos unas cuantas partidas de futbolito de mesa (siempre me ganó) y comimos crispetas, pues era sábado en la noche. Al día siguiente madrugamos a recoger a Pablo y a Marjolein (una amiga holandesa), paramos en un supermercado para abastecernos y rumbo hacia el lago Magadi.

No habíamos siquiera salido de Nairobi y mientras Gabor manejaba….pues sí, nos chocamos!, le dimos a un matatu por detrás; para colmo Gabor empezó a echarle la culpa al conductor del matatu sabiendo que él había sido el que había pegado por detrás, y nos escapamos en medio del tráfico, pues igual el golpe no había sido muy fuerte, pero con eso confirmaba las sospechas del día anterior donde yo creía que el mal manejo de él era paranoia mía, y justo antes del momento del choque Pablo me venía diciendo: “que man tan bruto pa’ manejar!”.

Después de media hora en carretera, y pasado el susto, paramos en un pueblo a desayunar. Al parquear observamos si había daño en el carro, pero nada visible, pues el mataburros era bastante grande, metálico y fuerte. Mientras comíamos, finalmente Gabor aceptó entregarme las llaves, pues es super fiebre a los carros y cada vez que le pedía las llaves se emberracaba, eso era cosa seria. Seguimos entonces en el camino, tanqueamos y después de unos kilómetros el terreno se pusó difícil, pues estaba llena de rotos la carretera. A medida que nos alejábamos, el paisaje se ponía cada vez más seco y rural, y se veían ya al final sólo veredas de tribus Maasai, la más famosa de todas en Kenia por el parque nacional para safaris Maasai Mara, por sus vestimentas y accesorios típicos tan coloridos. Paramos un par de veces en el camino a tomar fotos en este paisaje tan africano, y en una de esas pues Gabor no se aguanto y me tocó cederle las llaves de nuevo… comienza el susto de nuevo… pero al poco tiempo ya divisábamos por fin al lo lejos el lago Magadi, en la frontera con Tanzania.


EL CARRO Y LOS NIÑOS EN EL CAMINO


PAISAJE Y CASERIO MAASAI


MAASAI EN LA CARRETERA


Parqueamos en medio de una recta para observar la extensión del lago desde la lejanía. Era algo muy diferente y extraño, pues este lago es riquísimo en sales minerales provenientes de las profundidades de la corteza terrestre, lo cual hace que al salir a superficie en forma de aguas termales ésta se evapore y sólo deje las sales, lo cual a través de los siglos ha formado una costra de sal que cubre más de la mitad del lago, volviéndolo así el segundo lago salado más grande del mundo. También se alcanzaba a ver una gran planta de producción de sal que conectaba con una ferrovía que facilitaba el transporte a la costa para su posterior embarque para la exportación de productos. Entonces tanto el difícil acceso al lugar como la industrialización son los factores que hacen que a este lugar vengan tan pocas personas a visitarlo.


LAGO MAGADI


PLANTA DE PRODUCCION DE SODA


Justo a un lado, al llegar a la entrada del complejo de la planta de producción, había una bahía salada que hacia parte del lago pero que no tenía costra de sal, lo cual hacia posible el establecimiento de flamencos. Desde allí se veían a lo lejos, paramos a tomar unas cuantas fotos. Luego pasamos junto a la planta principal, por una de las orillas del lago buscando la vía que nos cruzaba al otro lado por todo el centro del lago en el carro, pero vimos que cada vez nos alejábamos más y terminamos estando un par de kilómetros por fuera al no encontrar la vía, entonces decidimos hacer un alto en el camino para divisar el paisaje. Seguimos en el carro y nos metimos literalmente en la sabana africana con los arbustos que lo circundaban al no haber carretera y fuimos hasta una colina para tener una mejor perspectiva. Subí primero al lugar caminando mientras los otros se alistaban y al ver que la vista no era la mejor me devolví al carro, les dije que no había necesidad de ir, pero no me hicieron caso; me dejaron solo, con las llaves del carro, se me vinieron ideas varias a la cabeza, prendí el carro, busqué una planicie de arena libre de arbustos y empecé a derrapar sin control haciendo círculos sobre el mismo punto, jajaja, parecía un niño chiquito dentro de un juego de video, pues tecnicamente no había forma de accidentarme. Cuando ellos volvieron de la colina vieron desde arriba la estela de polvo que estaba dejando, se emocionaron y nos empezamos todos a rotar el carro por turnos para hacer lo mismo, jaja!.


BAHIA DE LOS FLAMENCOS

DERRAPANDO EN LA SABANA


Pasada la emoción nos devolvimos al lago por la misma vía para encontrar el paso por el centro del mismo. Tomamos una de las desviaciones sobre los rellenos de arena en el lago y por fin encontramos el camino junto a tuberías que transportaban agua y materiales varios a lo largo del lago. Paramos varias veces en el camino, pues ya de cerca se veía ese paisaje tan raro de costra de sal, que si uno tocaba inmediatamente se resquebrajaba, mientras cambiaban los colores opacos de la costra con las cantidades diferentes de los minerales allí encontrados. Finalmente llegamos a la parte donde se acababa el camino y se divisaba unicamente agua, era también espectacular el paisaje. Decidimos devolvernos, no sin antes parar de nuevo junto a los flamencos.


VISTA DEL LAGO


ACERCAMIENTO EN LA COSTRA DE SAL


LA OTRA PARTE DEL LAGO


En el camino de regreso, después de unos 25 Km. de camino, nos dimos cuenta que ya se nos iba a acabar la gasolina, y con la sed que teníamos paramos en la primera vereda que encontramos junto a la carretera para comprar gaseosa, pues no importa donde se encuentre uno en el mundo alejado de la civilización, puede que uno no encuentre agua, pero siempre se verá una Coca-Cola, que cosa tan brava!. La parada allí fue muy interesante pues estábamos completamente rodeados de gente Maasai, que a duras penas sabían unas cuantas palabras en inglés, menos uno junto a una tienda que fue quien nos ayudó, pues las personas de esta tribu no son para nada amigables. Ya veníamos vario rato buscando tomar fotos de las personas de esta tribu, pues lo que siempre se ve en TV es porque han pagado, pues cuando uno va al parque nacional Maasai Mara, ellos le cobran a uno 20 dólares por cada foto con ellos, es una locura!, están muy metidos en el cuento del mercadeo ya debido la emoción indiscriminada de los turistas, y si uno le da por no pagar se gana un problema con esa gente, pues ya lo tienen como modo de vida, super descarados me parece. En fin, le pedí al Maasai que nos estaba ayudando que si podíamos tomar aunque sea unas fotos del pueblito pues le dijimos que nos gustaba, y él no le vio problema a eso, y yo aproveché con la super cámara de Gabor, y de pura pica, con el super zoom de la cámara, le tomé un par de fotos a unos cuantos Maasai sin que se dieran cuenta, jaja, pues las fotos de ellos lo han vuelto el producto comercial más apetecido por los turistas en Kenia y no me podía quedar sin una, pues inclusive ellos cobran por fuera de la reserva así uno ya los conozca (10 dólares me había pedido un celador Maasai en Mombasa, que tal!). Muy agradecidos entonces nos fuimos de aquella vereda pitando como locos, pues ya habíamos tomado la decisión de regresar al lago, pues si seguíamos en la misma dirección la próxima estación de gasolina quedaba a unos 70 kilómetros de allí y nunca hubiéramos llegado con la reserva.


NIÑOS EN EL CASERIO MAASAI


De nuevo en el lago, donde nos tocó registrarnos de nuevo, fuimos hasta el pueblito industrial que había allí y tanqueamos finalmente. Justo antes de salir, se me acercó un Maasai, hablándome en Swajili, que yo entiendo a medias tirando a mal, me dijo que si lo llevábamos en el carro, les pregunté a los otros que si no había problema, y no era sino que pasara una cuadra y yo ya les estaba diciendo que esa era la oportunidad de tomarle la foto a un Maasai, pues no le ibamos a cobrar la llevada, como normalmente acostumbran acá, sino que cuando lo dejáramos le decíamos que si nos podíamos tomar unas fotos con él. A las tres cuadras llegamos a una desviación en la carretera para salir del pueblo y el Maasai me empezó a decir cosas que no entendía, entonces paré, le pregunté y me dijo que el iba era pero para otro lado, me tocó decirle que pena que no lo podíamos llevar, pero como ya había visto nuestra buena intención de llevarlo pues aproveché y le dije que si nos dejaba tomar una foto con él y ahí mismo dijo que sí!!, por fin! y gratis. Lo más chistoso de todo fue que cuando le estaba tomando la foto a Gabor le sonó el celular al Maasai y quedó en la foto todo tradicional y hablando por celular, super curioso.


FOTO OFICIAL CON EL MAASAI!


Siguiendo ya en el camino de regreso, habíamos ya desde antes planeado parar en un sitio arqueológico que quedaba de paso, entonces cuando vimos el letrero nos desviamos. El lugar se llamaba Olorgasailie y es un sitio donde hay vestigios de establecimiento humano de la edad de piedra!, principalmente se ven hachas de mano en piedra, y huesos fosilizados de un elefante y un hipopótamo que habían sido cazados por los humanos (o Homo erectus en ese momento). Una vez allí, entramos por un museo pequeño donde contaban la historia del lugar y nos enrutamos hacia los arbustos por donde estaban los hallazgos originales, los cuales estaban cubiertos por techos y señalizados con una breve explicación a pesar que llevábamos un guía. El paisaje del valle en este lugar era muy bonito y dio lugar a varias fotos también por el complejo arqueológico. Finalmente, sacamos de las bolsas el almuerzo en una cabaña que había en el sitio a eso de las 6 de la tarde, pues tan emocionados estábamos que se nos había olvidado y le entregué las llaves de nuevo a Gabor al rato de haber salido, ya había oscurecido y estaban dañadas las luces, cosa que lo hizo manejar despacio.


OLORGASAILIE


NIÑO MAASAI


FINAL DEL VIAJE EN OLORGASAILIE


1 comentario:

  1. Hey Juan!

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